Las convulsiones son ciertos movimientos anormales e involuntarios. En algunos casos, suelen estar acompañadas con la pérdida de conciencia, ruidos extraños en la respiración, babeo y ojos vueltos.
La causa de los movimientos está en descargas eléctricas del cerebro. En cuanto a los motivos de que el cerebro produzca señales eléctricas anormales, pueden ser varios:
– La fiebre
– Las infecciones del sistema nervioso como la meningitis o la encefalitis.
– La epilepsia
– Una deshidratación grave
– Tóxicos
La mitad de los niños que tienen una convulsión febril típica pueden tener otras (o varias) más. En el caso de crisis atípicas o complejas, la probabilidad aumenta.
Las crisis epilépticas sí pueden repetirse, aunque existen fármacos eficaces para evitarlo.
La primera medida que se aplica a un niño que tiene una convulsión es suministrarle Diazepam, un medicamento que se suele poner a través del ano.
Es un tratamiento rápido y eficaz en la mayoría de los casos, aunque a consecuencia de ellos, se prolongará la fase de somnolencia posterior. Después, no hace falta tratamiento especial.
Si se repiten las convulsiones febriles, se suele aconsejar a los padres utilizar Diazepam de forma preventiva solamente los dos primeros días de los episodios febriles.