El cerebro y la médula espinal están recubiertos por las meninges. Su función es aislar y proteger el sistema nervioso central y la meningitis se produce cuando se produce una infección de las cubiertas del sistema nervioso central, que es el origen de enfermedades serias y muy temidas.
Afortunadamente, la meningitis es muy poco común y no hay que alarmarse en seguida cuando un bebé tiene fiebre. Pero, los vómitos persistentes, sí podrían ser un síntoma de alerta.Otra señal de alarma es la aparición de petequias (sarpullidos y sepsis), que indican que la infección es aún más seria. Antiguamente, las meningitis casi siempre eran mortales. Hoy en día, gracias a los antibióticos y al resto de medidas que se aplican, las meningitis se curan bien. Si se asocia con una sepsis o septicemia, el pronóstico es peor.
Los síntomas típicos de la meningitis son: fiebre, vómitos y dolor de cabeza.
Sin embargo, los bebés no pueden quejarse de esto último y puede estar muy irritables, llorón o decaido. E incluso en algunos casos puede haber convulsiones.
Una vez superada la enfermedad, pueden quedar secuelas que duran meses, siendo la mas frecuente la pérdida de audición, la parálisis o siendo más infrecuente: el retraso mental. Estas secuelas pueden estar producidas por el tipo de agente que causó la meningitis, la edad del bebé o posibles complicaciones anteriores.